En un estudio publicado en la American Sociológica Review, los científicos analizaron datos de 1720 mujeres durante un período de 10 años. Después de realizar una serie de entrevistas, notaron algo bastante curioso: entre los participantes que aún estaban apretados con sus compañeros de escuela secundaria, había un fuerte «contagio» para los embarazos planificados.

«Los resultados muestran que, después de los efectos de confusión, la maternidad de un amigo aumenta el riesgo de que una persona se convierta en padre», explicaron los autores del estudio. «Encontramos que este efecto es a corto plazo y tiene forma de U inversa: el riesgo de una persona de tener un parto comienza a aumentar después de que un amigo tenga un parto, alcanza un máximo alrededor de los dos años y luego disminuye».

Honestamente, por extraño que parezca, tiene sentido. Curiosamente, la sincronización del embarazo no es lo único en lo que influyen los amigos. Un informe de 2014 señala una amplia evidencia sobre la correlación entre las amistades y las tasas de natalidad, lo que significa que nuestras parejas pueden determinar cuántos hijos tenemos también.

«Dependiendo del contexto, los mecanismos sociales pueden actuar a favor o en contra de tener un gran número de niños», dijeron los investigadores.

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